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Es una performance realizada por Mònica Fererrós y Irina Mishina para el festival de arte “Do” en La Mirona, Salt, Girona en diciembre de 2010.
ATTUNEMENTS se trata de un proyecto de múltiples lecturas que toma forma alrededor de dos disciplinas o técnicas aparentemente distantes: ESCULTURA EN BARRO y FOTOGRAFÍA DIGITAL. Y decimos aparente, ya que este trabajo pregunta si tanto un medio como el otro, en el momento de encontrarse ante una actitud artística de búsqueda interior, pueden responder o no desde el mismo lugar: el de herramienta. Además, su yuxtaposición plantea una revisión de los discursos relacionados con procesos primarios y procesos de sublimación del ser humano.
En escena el proyecto presenta dos personajes que pueden ser leídos al mismo tiempo como dos de las partes de un mismo ser. Cada uno de ellos llevará a cabo un proceso de evolución personal.
Uno, creador, muestra en escena un proceso de trabajo íntimo y personal que nace de una actitud cercana a los mecanismos del surrealismo y el dada, y que pretende liberarse de todo mecanismo sensitivo, filtro, criterio o propósito de representación consciente, para así buscar una progresiva conexión con la esencia creadora más primitiva. La obra de arte resultante de este proceso mostrará, a modo de espejo, una parte del ser creador que ni él mismo conoce, provocando así su sorpresa y descubrimiento. El hecho que permitirá iniciar un diálogo obra-autor que sin duda enriquecerá el proceso de autoconocimiento del individuo.
El otro personaje, el espectador, se presenta en el escenario como un observador pasivo. Progresivamente su actitud cambia, buscando el diálogo con el proceso creativo del otro y mostrando un proceso de creación propia a partir de la lectura e interiorización de lo que observa, para finalmente iniciar un acto creativo más profundo, que le llevará, a conectar con su propia esencia creadora primaria.
Pero, como decíamos, no sólo se trata de eso. ATTUNEMENTS despliega múltiples lecturas. Los dos personajes también representan un yo interior (el creador) que está conectado con el subconsciente y refleja lo esencial de uno mismo, y un yo exterior, que podemos relacionar con el yo formal, lo que se muestra al mundo exterior, el ego. Ambos entran en contacto a través del proceso creativo, y así varias partes de la persona confluyen a nivel metafórico. Cuando en escena el espectador toma el lugar del creador y comienza a crear su obra a partir de la obra del creador, vemos cómo el proceso creativo es un proceso que transforma el ser humano de la disociación interna a la unidad.
Un proceso de creación se divide en dos fases: divergente y convergente. La divergencia es creación de opciones – creador-, y convergencia es su evaluación – espectador. No se trata de una estructura rígida o lineal, el intercambio de información entre pensamiento divergente y convergente es un proceso fluido: así, la evaluación se convierte a su vez en creación de nuevas opciones, mientras que creación pasa a la fase de evaluación.
Para la divergencia óptima es necesaria la suspensión del juicio – la conexión con el subconsciente, la intuición, dejarse llevar, jugar. Y es en referencia a esta necesidad de suspensión del juicio para llegar a un proceso real de divergencia, que se hace alusión al mundo infantil. La actitud winnicottiana de juego onírico, es la que en este caso se propone y se reivindica como elemento que posibilita este tipo de pensamiento creativo. La convergencia está relacionada con este yo formal que nos organiza conscientemente, que lleva nuestra personalidad y que percibe significados y evalúa valores, favoreciendo con estos procesos la supervivencia del ser, encontrando sentido a la vida y haciendo que valga la pena ser vivida.
Año2010