Pero, por otro lado, cualquier descripción de la experiencia es una interpretación.
Porque el narrador (el “poeta”) decide qué incluir en esta descripción y qué omitir. Es como cualquier fotógrafo sabe muy bien que una fotografía nunca es un reflejo fiel de la realidad, sino el reflejo de cómo ve esta realidad el fotógrafo. Porque él decide qué incluir en el encuadre, y qué dejar fuera.
Además, no somos japoneses, ¿verdad? La poesía occidental es un lenguaje simbólico, un lenguaje metafórico. Este lenguaje se basa en las comparaciones de las cosas incomparables. Todo trata de como “algo” se parece a otro “algo”. Como el juego que jugábamos de niños de buscar figuras en las nubes. “Mira, allí va un elefante.” “Y allí un pájaro”. Pues eso es lo que vamos a hacer.
Pero ahora se trata de buscar “estas figuras” no solamente entre las nubes, sino entre todas las cosas que nos rodean. La lámpara de mi escritorio se parece a una jirafa. Una pinza en forma de un pequeño koala de peluche, enganchado a uno de los palos de la estantería metálica que sostiene el televisor, se parece a un alpinista escalando la cima del Everest. Otra pinza, bastante grande, por una razón incomprensible, clava su pico en el marco de un espejo como una gaviota que ha capturado una presa demasiado grande y ahora vuela en pique por ello.
Este es tu primer paso: mirar con los ojos abiertos a tu alrededor y buscar comparaciones de qué se parece a qué. Es como el calentamiento previo para tu imaginación. Una vez este músculo esté preparado para un trabajo más pesado, pasamos a la parte del juego más avanzada. Ahora se tratará de ver a qué se parece tu experiencia. Es fácil ver que una lámpara puede recordarte a una jirafa.
Pero ¿a qué se parece estar encerrado en una oficina repitiendo día tras día la misma rutina y pensando solamente en el momento de salir para ir a la playa?
Fotografía: Cortesia de Martin Wessley, fuente: unsplash.com
Podemos buscar comparaciones en el mundo humano. Inmediatamente me viene a la cabeza un prisionero en su celda, soñando con el momento de salir a la libertad.
Podemos buscar comparaciones en el mundo de los animales y plantas. Partiendo de la metáfora del prisionero podemos pensar en un pájaro en una jaula. Pero esto sería demasiado obvio, ¿no? Es posible buscar alguna comparación más interesante. Pensad, por ejemplo, en flores metidas en una nevera para que se conserven mejor. Las flores quieren estar bajo el sol, porque es lo que les hace florecer, pero mientras están en la nevera estarán medio dormidas.
Ahora, a algunos, tal vez esta comparación no les parecerá tan buena. Alguien dirá: “A mi no me recuerda esto”. Y está bien. Al fin y a cabo, estamos hablando de interpretaciones. Cada uno tendrá la suya. Lo más importante de este ejercicio es que ayuda a tu mente a buscar otro punto de vista.
Finalmente, podemos buscar comparaciones en el mundo de los objetos. Me hace pensar en un firewall en el ordenador que bloquea a un programa y no le permite conectarse a Internet. El programa quiere salir fuera, pero no puede.
Entonces, el juego tiene la mismas reglas que el anterior.
Cada día repasa tus experiencias, elige una, la más destacada y piensa a qué más te recuerda.
Busca como mínimo tres comparaciones: una del mundo de los humanos, otra del mundo animal y vegetal y otra del mundo de los objetos.
Espero que te diviertas. Sobre para qué nos sirve todo esto, lo hablaremos de la manera más práctica un poquito más adelante. El verano se está acabando. Me voy de vacaciones.
Fotografía: Cortesia de Loudge, fuente: unsplash.com
El mar guiña sus ojos, pestañeando las velas.El viento me susurra enigmas detrás del horizonte.Tres, dos, uno, cuentan atrás las olas.Abro la caja secreta de las aventuras. Me voy de vacaciones.
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