Ya que todo el mundo está de vacaciones, y cuando estamos de vacaciones nos da pereza pensar, os quiero proponer un juego. ¡Qué mejor época que las vacaciones para aprender nuevos juegos que a la larga nos pueden ayudar a desarrollar las habilidades cruciales para vivir una vida plena! Qué mejor época que las vacaciones para empezar a dar un toque un poquito más creativo a nuestra vida diaria, pero no porque ahora tengamos más tiempo para el entretenimiento sino simplemente por desarrollar el hábito.
Os propongo escribir poemas.
De entrada preveo varias objeciones.
“Pero, yo no soy capaz”, me diréis, “esto no es para mí, yo no tengo ese don”. Tranquilos, ya veréis que será muy fácil y además divertido.
“Pero, ¿para qué? ¿De qué nos va a servir?”, también me diréis. Pues, ser capaz de dar una visión poética a la experiencia de uno va estrechamente ligado a una de las habilidades creativas más importantes, a la flexibilidad mental, o la capacidad de mirar las cosas desde diferentes puntos de vista.
Para aprender a salir de nuestro punto de vista habitual el primer paso sería darse cuenta de ello.
Estamos acostumbrados a poner etiquetas a las cosas, y una vez puesta una etiqueta empezamos a confundir la realidad con nuestra representación mental de ella, a confundir el mapa con el territorio. Así que lo primero que necesitamos hacer es salir del espacio virtual de nuestras etiquetas mentales y llevar nuestra atención a la experiencia misma, tal como es. Sin calificaciones, sin juicios.
Por lo tanto, nuestro juego de poemas va a constar de varias etapas. Y en la primera etapa vamos a escribir “haikus”. Lo pongo entre comillas, porque no quiero entrar en debates literarios y culturales con los especialistas. En realidad sé muy poco sobre el género del haiku. Sé que es un formato de poesía japonesa que se desarrolla según un conjunto de reglas. Algunas de estas reglas las vamos a ignorar olímpicamente. Como, por ejemplo, el requerimiento de mantener una cantidad predeterminada de sílabas en cada verso. Nuestro “haiku” va a seguir unas reglas muy simples:
- Será un poema corto de tres versos.
- El poema tiene que describir meramente una experiencia sensorial.
Por ejemplo, un “haiku” para esta imagen: El sol está cayendo.Dos están sentados en la orilla del río.Mirando lejos.
Una descripción tan simple puede ser en realidad bastante evocativa, porque deja mucho espacio a la imaginación del lector sobre las circunstancias y las experiencias internas de los participantes. Es como los trucos del cine. Si os habéis fijado, en el cine de suspense lo que da más miedo no son tanto las escenas explícitas de violencia y peligro sino su anticipación.
Por ejemplo, ¿en qué te hacen pensar las siguientes descripciones? ¿Qué te hacen sentir?
***Los rayos del sol naranjaestán dorando la ciudad en mi mano.La colina se sumerge en el azul.
***La ciudad está llena de vida.Voy a paso rápidoestrechando las manos.
***El triangulo de la vela en mis manos.Los pies firmes.Jugando con el viento.
Pues aquí va tu primer juego.
Fotografía: Cortesia de Alexander Shustov, fuente: unsplash.com
Durante toda la semana cada día antes de irte a dormir piensa en una experiencia del día que haya sido la más destacada para ti (o si quieres puedes hacerlo por la mañana, pensando en las experiencias del día anterior). Y entonces describe esta experiencia en un “haiku”. Recuerda, solamente la experiencia sensorial: qué viste, qué oíste, qué sintió tu cuerpo.
Si quieres, compártelo aquí, será divertido.
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