¿Cuándo estás en la ducha? ¿Mientras conduces? ¿En el proceso de ordenar tu habitación? ¿Cuándo haces cualquier tarea que conoces muy bien y que por tanto la haces prácticamente de manera automática? No eres el único. A todos nos pasa lo mismo.

Parece que nuestra mente es una incubadora de ideas, que las cuece a fuego lento, a veces muy, pero que muy lento, y las suelta después en los momentos menos esperados. Parece un misterio, pero en realidad tiene explicaciones científicas.

La neurociencia contemporánea distingue entre dos modos principales de funcionar de nuestro cerebro. El primero es el modo de las redes del control ejecutivo. Estas redes se activan cuando estamos involucrados en los procesos de pensamiento racional, cuando estamos intentando resolver un problema o enfocamos nuestra atención conscientemente en una tarea. El otro modo es el de la Red Cerebral (o Neuronal) por Defecto. Esta red conecta  varias partes del cerebro y se activa cuando las operaciones mentales conscientes están en reposo, como por ejemplo cuando realizamos una tarea de manera automática. Es como el procesamiento de fondo en el ordenador: siempre está funcionando aunque no se vea.

La Red Neuronal por Defecto almacena múltiples datos de información relacionada con nuestra identidad, nuestra percepción de nosotros mismos, memorias importantes para nuestra autodefinición. Con emociones y la capacidad de empatía, de ponerse en el lugar del otro; con fantasías e imaginaciones; motivaciones y deseos no satisfechos; las posibilidades del futuro y los asuntos que nos preocupan actualmente. Cuando la red está activa el procesamiento de todos estos datos empieza a crear conexiones aparentemente aleatorias, y esas conexiones se manifiestan en forma de pensamientos que a primera vista no tienen nada que ver con lo que nos está pasando en este momento concreto. Es cuando se nos pueden ocurrir nuevas ideas, nuevos insights.

Cuando soñamos despiertos activamos la Red Neuronal por Defecto, lo que estimula las conexiones aleatorias en el cerebro y aumenta la posibilidad de que surja alguna idea creativa.

¿Cómo podemos aprovechar el potencial de este modo funcional de nuestro cerebro? Pues es importante integrar en nuestro proceso creativo los momentos de desconexión del objeto de nuestra creación, ya sea el reto que intentamos resolver o una obra artística. “Incubación” es precisamente esto: dar tiempo a la gestación de ideas, relajarnos, desconectar, hacer que nuestro subconsciente haga su trabajo.

Fotografía: Cortesia de Jean Miller, fuente: unsplash.com

El proceso de incubación es una de las formas de relajar el estado de fijación mental y muchas veces es lo que precede al momento del descubrimiento.

Hay otro momento muy importante. Como los pensamientos que se nos ocurren mientras está activa la Red Neuronal por Defecto no tienen mucho sentido para nosotros, no podremos descifrar este sentido si no apuntamos esos pensamientos. Presta atención a tus fantasías, cuando sueñas despierto. Anota estos pensamientos aleatorios. Siempre lleva contigo una libreta o algo donde apuntar, y anota todas, todas las ideas, por muy locas o sin sentido que parezcan.

Nunca sabes detrás de qué esquina te espera tu mejor idea.

Otra teoría nos da más pistas. Se llama la Teoría del Pensamiento Inconsciente. Según ella, si queremos mejorar nuestras habilidades de la toma de decisiones es necesario combinar el pensamiento lógico y racional con la intuición. ¿Y cómo proponen hacerlo? Pues precisamente integrando los periodos de incubación en el proceso de toma de decisiones. Más concretamente, lo que se aconseja es explorar toda la información relacionada con el tema, analizarla conscientemente y luego darse un periodo de descanso. Según parece, el mejor periodo de incubación es una noche de sueño, pero si no disponemos de este tiempo, los autores de la teoría afirman que incluso simplemente 10 minutos de desconexión del tema que nos preocupa ya da sus resultados. Si volvemos a la toma de decisión después de la incubación, la decisión que tomaremos será mejor que aquella que podríamos haber tomado utilizando solamente razonamiento consciente o solamente intuición.

Cortesia de Alejandro Escamilla, fuente: unsplash.com

Pero entonces, ¿por qué simplemente no nos plantamos bajo un árbol a meditar y dejar que nuestra Red Neuronal por Defecto nos mande unas cuantas ideas nuevas? Pues, no, no funciona así. Nuestra mente inconsciente necesita que le demos un enfoque si queremos que sus resultados nos sirvan de algo. Por eso la fase de Preparación es tan importante. Necesitamos recoger todos los datos relevantes para nuestro reto creativo. Explorar las posibles opciones. Definir muy bien nuestra visión y objetivos, qué es lo que queremos conseguir. Enfocar concretamente el reto, formular bien la pregunta a la que queremos encontrarle respuesta. Solo entonces las pistas que nos dará nuestra intuición nos llevarán al sitio adecuado. Solo entonces puede que durante la incubación el procesamiento de fondo de nuestro cerebro produzca la nueva idea que buscamos.

¿Y si esto no ocurre? ¿Qué pasa si la incubación no da ningún fruto? Pues, puede que no hayamos preparado nuestra mente suficientemente bien. No hicimos la exploración exhaustiva del problema. Puede que nos falte algún dato clave. O puede que no enfocásemos el reto desde el ángulo adecuado, no formulásemos la pregunta correcta. O puede que simplemente la idea que buscamos requiera más incubación.

Todas las cosas llevan su tiempo. La creatividad también.

Ahora piensa, ¿cuáles son todas las maneras con las que puedes facilitar la incubación mientras trabajas en tu próximo reto creativo?