
Jackson Pollock trabajando
“Los verdaderos descubrimientos solamente pueden ocurrir en estados de consciencia distintos del estado racional a que estamos acostumbrados”.
Sid Parnes
La primera parte puede llamarse el Cerebro Reptiliano. Es la parte que compartimos con los reptiles, por eso se llama así. Su función es asegurar nuestra supervivencia, es directamente responsable de nuestros instintos de defensa. La segunda parte, ya un poco más avanzada, es el Sistema Límbico. Está también presente en los mamíferos y por eso se llama el Cerebro Mamífero. Su reino son las emociones. Y finalmente, la cumbre de la evolución del cerebro, por lo menos por ahora, es la Neocorteza. Está presente solamente en el cerebro humano y es responsable de todos nuestros procesos cognitivos, los cuales suponen nuestra ventaja evolutiva como especie.
¿Quieres una idea? La Neocorteza es tu amiga.
Lo más curioso y a la vez lo más importante para nuestro discurso es el hecho de que cuanto más reciente, desde el punto evolutivo, es la parte del cerebro, más lento es su funcionamiento. Es decir, el Cerebro Reptiliano es el más rápido. Luego va el Sistema Límbico y la más lenta es la Neocorteza. ¿Qué implicaciones tiene para nosotros? Pues que ante cualquier estimulo, ¿quién será el primero en reaccionar? Correcto, el Cerebro Reptiliano. Pero como sólo le preocupa nuestra supervivencia, sólo reaccionará si percibe un peligro para ésta. Entonces, en la mayoría de los casos el que primero reaccionará es el Sistema Límbico. Es decir, a cualquier estímulo, sea externo o interno (una idea o un pensamiento) nuestra primera reacción será una emoción.
A partir de aquí empiezan a pasar cosas interesantes.
Si la emoción es positiva, el Sistema Límbico empuja la actividad neuronal hacia la Neocorteza, activando los procesos cognitivos.
Es lo que necesitamos para tener ideas. Pero si la emoción es negativa, la actividad neuronal baja hacia el Cerebro Reptiliano. Se dispara la alarma “Peligro para la supervivencia”, entran en juego nuestros instintos, y ya podemos olvidarnos de poder pensar claramente. Lo único que nos preocupa es defendernos.
¿Qué es lo que nos ocurre con los juicios? Pues que en la mayoría de los casos nos los tomamos a mal. Claro que existen excepciones, y para algunas personas muy seguras de sí mismas cualquier crítica sólo provocará un nuevo chute de adrenalina que les empujará a buscar una solución aún mejor. Pero la mayoría de los mortales ante un juicio empezamos a sentirnos pequeños y fracasados. Los juicios despiertan nuestros peores miedos.
Por eso nos quedamos en blanco tan a menudo cuando necesitamos crear algo. Es que nuestro crítico interior ha llevado a nuestro cerebro por un camino equivocado.

Pero también hay otra explicación. Como muchos de vosotros sabéis, nuestro cerebro emite en su funcionamiento ondas de diferentes frecuencias. Se denominan ondas alfa, beta, gamma y theta. El funcionamiento de estas ondas es bastante complicado, pero simplificándolo mucho podemos decir que las ondas beta corresponden al pensamiento racional y lógico. Es lo que tenemos activado cuando estamos en el modo de juicios.
Para que una nueva idea ocurra en nuestra mente se tienen que activar en cierta secuencia las ondas alfa, gamma y theta, en lugar de beta.
Son las ondas asociadas con diferentes fases de trance, sueño y meditación —diferentes estados de consciencia en que entramos cuando el pensamiento racional está apagado—. Alfa impulsa actividades neuronales responsables de romper los patrones establecidos. Gamma está asociada con el silencio neuronal, que es necesario para poder reconocer nueva información. Theta consecutivamente facilita la integración de nueva información. Estas ondas están asociadas con el estado hipnagógico —estado entre la vigilia y el sueño que ocurre por la mañana en el proceso de despertar—. Dicen que es muy buen estado para tener ideas.
Así que como vemos, neurológicamente es imprescindible pasar por una especie de trance para crear una nueva idea.
Haz un experimento. Antes de ir a dormir formula el reto para cuál necesitas encontrar una nueva solución. Escribe el reto en un cuaderno y pon el cuaderno con un boli al lado de la cama. Cuándo te despiertes por la mañana, lo primero que tienes que hacer, mientras aún estas en la zona gris entre la vigilia y el sueño, es coger el boli y el cuaderno y empezar a escribir todo lo que te venga a la cabeza durante diez minutos. Cuando acabes repasa lo que hayas escrito y mira si hay alguna idea para resolver tu reto. Comparte aquí tu experiencia.
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