PIRUETA CREATIVA por Irina Mishina y Tana Sanz. Parte 4.

Ima Blumm:

Csikszentmihalyi dice que el desarrollo de la humanidad está basado en dos instintos básicos. La conformidad es lo que nos ha permitido sobrevivir. Pero es la imaginación, la creatividad, la capacidad de romper el status quo y salir fuera de los marcos establecidos o de ignorarlos por completo, lo que nos ha permitido a evolucionar. Csikszentmihalyi afirma que esta evolución ha sido posible porque unos miembros de la sociedad acogen y protegen a otros capaces de entrar en este proceso de experimentación sin garantía alguna de resultado útil, a través de romper las reglas, jugar, fantasear.

Es esta simbiosis entre conformidad y creatividad lo que fomenta la posibilidad de grandes descubrimientos.

Pero a mí no me parece que esta simbiosis ocurra realmente,  con la excepción de algunos casos bastante raros. En mi percepción del mundo la creatividad humana sobrevive a pesar del funcionamiento prevaleciente de nuestra sociedad: la conformidad. Y muchas veces lo hace a costa de la marginalización, el riesgo de ser ridiculizado, excluido, incomprendido, y sí, incluso de caer en la pobreza (preguntadlo sino a aquellos que gritan en cada esquina que las ideas sin implementación no valen nada, ellos os lo confirmarán: muchas veces los primeros en algo no son quienes sacan el máximo beneficio de la novedad, preguntadlo sino a Steve Jobs).

Por eso cuesta tanto crear nuevas palabras tan solo por el puro placer de hacerlo. Este tipo de comportamiento no es bienvenido en nuestro mundo.

No es que nuestro músculo de la imaginación esté en baja forma, está simplemente machacado y totalmente reprimido. Porque… si no nos aporta ningún resultado útil, ¿de qué nos sirve?

Nos falta creapatía: afecto por la creatividad humana.

Nos hace falta para que podamos ampliar nuestra zona de confort y que la próxima vez que sí necesitemos nuestra creatividad para poder hallar un resultado útil tengamos nuestro músculo creativo en plena forma.

Es fácil.

Cojamos dos palabras al azar, por ejemplo de nuestra propia conversación. Digamos coraje y palabras. ¿Qué podríamos obtener si las combinamos?

"Palabraje”:
Un discurso emocional y agitado que tiene la finalidad de ocultar el miedo y la inseguridad del que habla para aparentar más coraje y autoconfianza.
“Coralaje”:
El coraje solo en palabras.
“Colabras”:
¿Las palabras del corazón? ¿O los secretos ocultos del corazón que aún no han llegado a formarse en palabras?

¿Y si creamos verbos? ¿Qué significarían estas palabras: “corajear”, “palabrar” “corpalar”? ¿Y los adjetivos: “corajante”, “palabrante”, “palacorante”?

ENTONCES, ¿QUÉ PODRÍA SIGNIFICAR "PALACORANTE"?